¿Cómo sanar heridas?: Mi confesión a corazón abierto

En este post quiero compartirles cómo rompí y sané mi corazón.


Este va con café, porque aunque es un poco amargo, se disfruta verdaderamente.


Desde niña siempre tuve un amor grande por la lectura; me consumía en cuanta cosa leíble encontraba a mi paso: revistas, periódicos, enciclopedias, novelas clásicas, etc. Pero una de las cosas que más disfruté siempre fueron los poemas. A esa edad no podía comprender la intensidad de todos los sentimientos que se plasmaban en aquellas líneas, pero aun así, podía distinguir trazos de amor.

Mi primer poema quizás lo escribí a los 9 o 10 años. Aprendía canciones de amor y las escribía para enviárselas a un compañero de quinto grado por el que me sentía, tan profundamente como una chiquilla de 11 años puede, enamorada.

En el colegio, escribía cartas de amor “por encargo” para que mis compañeros de clase se las enviaran a mis compañeras ¡y funcionaban! Pero quizás por ser una romántica sin causa, ansiaba vivir y experimentar el amor.

Pero algo que fui aprendiendo desde entonces, es que no solo mis sentimientos y pasiones eran intensos, sino también mi temperamento y mi orgullo.

Tuve oportunidades como toda adolescente de salir con chavalillos. Pero era demasiado joven para saber cómo controlar todo lo que tenía dentro y así arruiné mis primeras relaciones. En ese entonces no podía reconocer mis errores para enmendarlos, así que poco a poco, con el afán de proteger mi corazón fui escondiendo todo aquello que yo era.

Iba error tras error, y con cada uno, más maquillaba aquella careta que empecé a usar. Mis compañeros y amigos de infancia fueron quedando atrás, y aquella parte de mí que leía poemas, memorizaba canciones de amor, escribía cartas y soñaba con finales perfectos quedó oculta para todas las personas que luego fui conociendo.

Nunca dejé de leer ni escribir y cuando estaba sola, escuchaba todas esas canciones que evocaban la tristeza, la nostalgia y la soledad en mi memoria. Creo que tampoco dejé nunca de soñar con mi propia historia de amor, aunque pareciera que nunca me sucedería.

Veía películas románticas con finales felices y lloraba siempre preguntándome ¿por qué esas cosas a mí nunca me pasaban? ¿Por qué todo mundo parecía encontrar el amor y la felicidad menos yo?

Salí con muchas personas, pero nunca dejé de estar sola. Porque quería tanto encontrar el amor que me aferraba a relaciones mediocres con la vana esperanza de transformarlas en el cuento de hadas que todos soñamos, y en ese proceso contrario a llenar mi corazón solo conseguí dejarlo cada día más vacío. El hueco se hacía más profundo porque ¿cómo puedes dar a otros aquello que no tienes?

Fui acumulando en el camino una serie de inseguridades que me hicieron dudar de que alguien – amigos o amores – pudieran apreciarme tal cuál era ¿Y cómo iban a hacerlo? Si ni siquiera me apreciaba ni me aceptaba yo misma…

Era un círculo vicioso malvado: quería tanto estar con alguien, que estuve con personas incorrectas que me lastimaron; y quería tanto evitar que me lastimaran nuevamente que me protegía de todos los que se me acercaban ¿entienden la ironía de todo esto?

Un día me vi entre las tantas paredes que traté de levantar para que el dolor no me alcanzara y descubrí que había tenido éxito: ya no había vuelto a sufrir decepción ni desilusión, pero a la vez descubrí que al construir todo aquello, también evité que la vida misma me tocara.

Por dentro, era como ese jardín que al cortarle la mala hierba le cortaron también las flores y el pasto verde. Me sentía como tierra seca…

Entonces, con una chispa de valentía que me quedaba en algún rincón del alma, tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: AMARME.

Sanar las heridas

Le ofrecí mi corazón a Diosito para que lo sanara y ese amor que tanto anhelaba entregar, empecé a dármelo a mí misma. Me dediqué tiempo, dejé de aceptar a personas que contrario a aportarme, me restaban, porque cuando uno empieza a valorarse se da cuenta que no cualquiera merece nuestro tiempo y nuestros sentimientos.

Pude ver poco a poco todo lo bueno que había en mí, mis virtudes, mis fortalezas y también mis debilidades, porque sin autocrítica tampoco hay avance. Vi entonces como cada muro fue cayendo poco a poco para darle paso a todo lo bueno que fue llegando y la vida por fin, empezó a correrme nuevamente por las venas.

Entendí que gasté mucha energía buscando la felicidad, pero que como ya lo he dicho en post pasados, no es algo que se encuentra sino que se construye día con día. Al igual que… el amor. Porque primero debemos cultivarlo dentro de nosotros mismos para poder entregarlo a otros; se trata primero de ser personas completas y plenas para poder no completar, sino complementar y compartir nuestra vida con alguien más.

Ha sido un proceso largo y muy duro, no lo niego, pero en extremo satisfactorio y feliz. Viviendo un día a la vez, he podido aprender a valorar y amar verdaderamente cada detalle de mi vida… y de mi misma.

Y hoy puedo por fin comprender que ser sensible y romántico no es sinónimo de debilidad, porque soy una mujer fuerte y valiente que nunca baja los brazos ni se cansa de luchar. Puedo al fin, sentirme 100% orgullosa de quién soy y seguir día con día, amándome.


Y después de tanto, solo puedo decirles que si no lo han hecho aún, aprovechen este día para hacer las paces con ustedes mismos, aceptarse tal cuál son para poder con paciencia mejorar aquello que consideren necesario de ustedes y sus vidas; perdonarse por los errores del pasado, tomar la enseñanza y desechar el dolor para avanzar; y principalmente, hoy es muy buen día para empezar a AMARSE porque es el primer paso para vivir verdaderamente el amor.

Mari.

Share this:

ABOUT THE AUTHOR

Hello We are OddThemes, Our name came from the fact that we are UNIQUE. We specialize in designing premium looking fully customizable highly responsive blogger templates. We at OddThemes do carry a philosophy that: Nothing Is Impossible

0 Comments:

Publicar un comentario