Un viaje hacia mi misma (Parte III)

Tuve que salir, cruzarme el océano, pasar kilómetros para lejos de la raíz del dolor y la frustración, reencontrarme conmigo misma.


Esta va con birra (ya se me está haciendo vicio acá en Dublín)


El jueves andaba en un lugar acá en Irlanda que se llama los Acantilados de Moher. Es el lugar más cercano al cielo en el que he estado. Pero el viento que hace es increíble, tanto que por ratos se hace casi imposible caminar. Yo intentaba sostener con fuerza el gorro de mi abrigo porque estaba lloviendo también, pero resulta que el viento se metía en él y lo usaba como vela para tirarme hacia atrás.

Viajando sola
Cuando comprendí que sostenerme el gorro más bien me complicaba más caminar, lo solté. Y si, la lluvia me mojó la cabeza pero pude empezar a avanzar. Y tuve en ese segundo una visión de lo que muchas veces hacemos en la vida:

A veces creemos que necesitamos algo y nos aferramos a ello, pero hacerlo solo nos hace más difícil el andar. Luego cuando por fin soltamos vemos que nos es posible avanzar y seguir hacia adelante.

Me acerqué al muro y viendo hasta el fondo de esa maravilla de lugar solté mi carga para que el viento se la llevara lejos. En esos acantilados se quedaron mis preocupaciones y mis miedos; y ese fuerte viento que fue capaz de tirarme al suelo me liberó de todo lo que traje a este viaje y que no necesitaba, se llevó los pensamientos que no construían nada y me limpió el alma de toda vibra negativa que pudiera aún tener en mí.

Siento el corazón tranquilo y la mente despejada. Por primera vez desde que empecé este viaje puedo decir que me encuentro en total y plena paz interior. Así como el pasto fresco de los campos verdes de la Isla Esmeralda, como se le conoce a Irlanda, mi esperanza y confianza está viva y presente.

Creo en mí y sé que soy capaz de hacer inclusive aquellas cosas que mi mente cree que no. Viajar sola me ha auto demostrado mi capacidad de enfrentarme a retos, miedos y ansiedades. Me ha hecho creer realmente en mí y disfrutarme como compañera.

No volveré a dudar de mí ni del futuro, menos aún del plan de Dios para mi vida, porque aunque sé que volveré a sentir miedo, ahora sé que es solo parte del camino y está ahí para enfrentarlo y vencerlo.

Acaba de salir el sol en Galway, pero también sale el sol para mi corazón y mi mañana. Hoy creo, disfruto del viaje, vivo mi momento. Confío, siento duda pero también certeza no solo de haber dejado a atrás todo lo no me dejaba seguir, sino de que voy por el camino correcto hacia mi futuro, siendo feliz y disfrutando el viaje cada instante.

Mari.


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2 Comments:

  1. Me encanto , acabo de regresar de mi primer viaje sola pusiste en palabras todo lo que experimentamos viajando solas. Fuera los miedos y preocupaciones .

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