Mi nombre es Marieth, y sufro ataques de pánico.
Me encontraba como decimos los ticos “ventaneando” en una calle de Dublin y vi una famosa tienda con liquidaciones y ¿quién puede resistirse? ni cinco minutos después estaba en la entrada sacando de mi bolso las “gotas mágicas” para calmarme. No fue la emoción de los descuentos sino, otra sensación ya bastante – demasiado – conocida para mí.
Este va al
calor de una taza de café bien caliente (porque estamos a 1° en Edimburgo).
Cuando escribí
sobre este viaje, les comenté que me iba a enfrentar a algo con lo que había
luchado por cinco años. Así que formalmente me presento: mi nombre es Marieth y
sufro ataques de pánico.
Empezó a
finales de enero del 2013, iba camino a la terminal de Ciudad Quesada en San
José y empecé a sentir el pecho apretado y dificultad para respirar. Regresé a casa
porque me sentía “angustiada”, Mami me dijo que seguro era nervios y me dio
una pastilla de tilo. Me empecé a sentir mejor y pensé que ahí había quedado.
Al día
siguiente en la noche, sentí otra vez lo mismo pero acompañado como de un ardor
súbito en el corazón, salí del cuarto a pedir ayuda porque sentía que se me iba
a salir el corazón del pecho y casi no podía respirar. Me tomaron la presión y
la tenía elevada, las pulsaciones estaban en casi 120 cuando el rango normal es
entre 60 y 90. Me volvieron a dar una pastilla para los nervios y con más
dificultad que el día anterior, el malestar fue pasando.
Sin embargo
no podía entender como los nervios podían hacer que me sintiera tan mal sin
estar yo nerviosa conscientemente y busqué una cita con un cardiólogo. Cuando me
hizo el electrocardiograma, me dijo que uno de los ventrículos estaba obstruido
y me envió a emergencias del Calderón Guardia.
¿Pueden
imaginar cómo iba de camino? Sentía que iba a morirme. Cuando llegué me atendieron
rápidamente y el diagnóstico fue: Ansiedad ¡Pero yo no estaba estresada! ¿Y lo
que dijo el otro cardiólogo? Dijeron que era una lectura errónea de la
taquicardia que presentaba. Me medicaron y me enviaron a casa.
Por el
resto de la semana creo que estuve bien hasta que el sábado en la noche todo
empeoró. Los síntomas que tenía anteriormente se habían multiplicado a tal
punto que me tuvieron que llevar a emergencias porque la presión se me estaba
subiendo muchísimo.
Nuevamente
me pasaron rápidamente y me hicieron un electrocardiograma. Sentía como unas “descargas
calientes” en el corazón, tenía los brazos dormidos, me dolía mucho el estómago
y respiraba con bastante dificultad. Sentía una sensación de angustia demasiado
grande en el pecho. El doctor me preguntó si iba a sola o acompañada, le dije que
iba con mi mamá y mi hermana y le pidió a la enfermera llamar a mi mamá.
En ese
momento, estaba segura que estaba muy mal y que posiblemente moriría, por eso
no me decían nada y llamaban a mi mamá. Fue el peor momento de mi vida. Pensaba
en cómo sería la vida de mi familia sin mí, en cómo mi mamá enfrentaría mi
muerte, en que mis sobrinos menores estaban muy pequeños y quizás no me
recordarían, en si cuando muriera podría desde donde estuviera ver a mi familia
llorar por mí, en cómo se sentiría morir y en todas las cosas que sentía me
quedaban pendientes por hacer. Cada vez que sentía esa “descarga caliente” en
el pecho, pensaba que ese sería el momento en todo terminaría.
Recuerdo
ver el rostro de angustia de mi mamá en la puerta del consultorio y al doctor
decirle que pasara. Entonces nos dijo que efectivamente tenía una taquicardia
bastante fuerte pero que no parecía haber un mal cardiaco detrás. Me envío a
hacerme unos exámenes de sangre y uno especial donde se puede ver si el corazón
ha sufrido infartos o micro infartos y mientras, me puso debajo de la lengua
una pastilla de las que toman los hipertensos a ver si podían controlar la
taquicardia.
Nada.
Estaba extremadamente asustada, lo cual claramente complicaba mi condición, así
que una vez que descartaron con los exámenes que hubiera algo cardiaco atrás,
me dieron una receta especial y de ahí, no supe más de mi hasta el día
siguiente como a las 9:00.
En el
momento que desperté me llevaron donde el doctor y me explicó que se trataba de
ataques de pánico por estrés. Le dije que no estaba estresada pero él me dijo
que podía darse luego de una curva alta de estrés, y que al bajar el cuerpo
colapsaba. Eso era probable porque había cambiado de trabajo, estaba dando
clases en la universidad y además estudiando.
Sin
embargo no podía sacarme de la cabeza el diagnóstico del cardiólogo anterior y
pagué un eco-estrés para desechar la mínima duda. Todo normal, lo cual me hacía
feliz al saber que mi corazón estaba sano pero me hacía preguntarme cómo era
posible que mi mente estuviera haciendo eso.
Los
ataques fueron cada vez más frecuentes hasta que llegaron a ser casi diarios.
Me sentía demasiado frustrada e infeliz y recuerdo que llegué a pensar, que eso
que llevaba había dejado de ser vida. Lloré mucho. Hasta que un día en una
conversación con mi hermana, ella me dijo que lo viera como la diabetes; un
diabético necesitaba de la insulina para estar bien, quizás yo necesitaba de
una pastilla para estar tranquila y que eso no me hacía loca ni rara, solo era
una condición.
Sin
embargo, también me dijo que buscáramos ayuda profesional y buscamos una
psiquiatra. Fue duro, porque tuve que enfrentarme a muchas reflexiones de mi
vida que había estado evitando por mucho tiempo, aceptar la responsabilidad de
cosas que hasta aquel momento había tirado a otros, pero lo más importante,
empecé a razonar mi condición.
Investigué
que le pasaba a mi cuerpo físicamente en cada ataque para comprender cada
síntoma: la descarga caliente (descarga de adrenalina), el adormecimiento de
brazos y la opresión de pecho (hiperventilación) el dolor de estómago y la
sensación de angustia (nervios por pensar que algo malo me estaba pasando),
etc. y poco a poco empecé a estar mejor.
Esperaba
curarme del todo, sin embargo la psiquiatra me dijo que ser ansioso/depresivo
era como ser alcohólico rehabilitado: podía estar bien pero nunca iba a dejar
de serlo. Iba a ser una lucha constante contra mi condición, pero que no debía
pensar en ello, solo debía preocuparme de vivir y luchar un día a la vez.
Y bajo
esa consigna, los ataques pasaron de diarios a semanales, de semanales a
quincenales, luego a mensuales, y cuando supe llevaba varios meses sin tener
uno ¡lo había logrado! Estaba recuperando nuevamente mi vida y mi paz.
Por
mucho tiempo hablar de mis ataques fue prohibido para mí. Me daba vergüenza que
la gente supiera lo que mi mente era capaz de hacerle sentir a mi cuerpo. Me sentía
como un bicho raro. Hasta que comprendí que no era la única persona que pasaba
por esta situación, éramos varios, muchos lamentablemente.
Poder
compartirlo también me ayudó mucho a sobrellevarlo, porque pude hablar con
personas de la misma condición y sentirme acompañada. Además, compartirles mis
esfuerzos y lo que me había ayudado a ir poco a poco mejorando me hacía sentir
que al menos todo aquel infierno – porque así se siente – había servido para
algo y tenía algún sentido.
En los 18
días que llevo acá he sufrido 5 o 6 ataques, 2 el día que me vine y los demás
en la última semana debido a una situación familiar. Sabía que esto podía pasar,
y les digo que no ha sido nada sencillo sobrellevar el miedo que se siente en
medio de cada cuadro sola, sabiendo que mi familia quién ha sido mi pilar de
apoyo principal está a muchos kilómetros de mí. Pero acá estoy en pie.
Porque
si algo aprendí en estos cinco años, es que las personas pueden ayudarme a estar
mejor, pero la única que tiene el poder de detener o hacer más grande cada
ataque soy yo. En medio de cada cuadro razono conmigo misma y me recuerdo que
he pasado ya cientos de veces por las mismas sensaciones, que nada malo va a
ocurrir y que va a terminar en el momento en que yo así se lo ordene a mi
mente.
Trato de
no tomarme las gotas o comerme la gomita para obligarme a ser más fuerte
mentalmente, pero si lo tengo que hacer ya no hay drama por ello, es parte del
proceso. Personalmente tomé la decisión de no tratarme con los medicamentos que
en su momento me envió la CCSS por miedo a crear adicción y busqué una
alternativa natural, pero eso va en cada caso y criterio.
Otras
cosas que me han ayudado, es pintar en medio de los ataques porque hace que la
mente se concentre en algo más que en lo que ocurre físicamente; hacer
ejercicio regularmente para liberar estrés, mejorar mi alimentación (somos lo
que comemos), y una app de entrenamiento mental que se llama Peak y me distrae
para dejar de pensar en el miedo.
Pero una
de las mejores prácticas sin duda ha sido dejar de acumular todas mis
emociones, porque van formando una bomba de tiempo que termina por explotar
como me pasó a mí hace 5 años. Yo que no soy buena diciendo lo que siento,
encuentro desahogo escribiendo. Otros quizás lo hagan, dibujando, bailando,
corriendo, etc. Pero no se puede creer que el corazón es un hoyo infinito donde
se puede meter y meter cosas sin que nada suceda.
Finalmente,
como persona creyente en Dios, me he tomado de su mano para que fortalezca mi
alma y me de consuelo, pero como dice el dicho “A Dios rogando y con el mazo
dando”, también hay que hacer nuestra parte y buscar cómo sentirnos mejor.
Quiero
concluir este post con dos puntos claves:
+ Si conoce
a alguien que sufra depresión, cuadros ansiosos o ataques de pánico: no lo
juzgue ni lo haga sentir culpable por su condición, créame que nadie escoge ni
quiere vivir así. Por el contrario, esté ahí a su lado, sin preguntas ni
señalamientos, solo sea un apoyo. En mis primeros meses mis hermanas o mi mamá
se quedaban conmigo mientras el calmante me hacía efecto y sentir ese apoyo,
era aún más poderoso que el calmante en sí.
+ Y si
usted ha pasado o está pasando por lo mismo que yo quiero que sepa que no está
solo, que no es un bicho raro, que no hay nada dañado en su cabeza ni tampoco
es débil; simplemente tiene una visión más sensible de los eventos en su vida
que debe aprender con paciencia, amor propio y quizás ayuda profesional, a
manejar.
NO TENGA
MIEDO, no crea que la vida no va a ser buena o que nunca va a volver a estar
paz, le prometo que SI SE PUEDE volver a vivir feliz y plenamente, solo tenemos
que aprender una forma nueva. Pero USTED TIENE EL CONTROL, solo confíe en usted
mismo y repítase constantemente que puede, porque se lo juro que puede.
No se
estrese por el mañana, solamente vaya un día a la vez. Cada mañana cuando
despierte dígase a usted mismo frente al espejo: solo por hoy no voy a tener
miedo, solo por hoy voy a ser feliz, solo por hoy voy a alejar de mi mente todo
pensamiento negativo y pensar solo en cosas chivas ¡pero créaselo sinceramente!
Y si a pesar de eso el ataque llega, no se
auto flagele pensando que no va a poder, sepa que es un ejercicio de paciencia
y constancia: Dígase, ok! Está bien. Pero mañana levántese con la convicción aún
más fuerte y la energía aún más positiva, y verá como poco a poco la paz
regresa.
Me
disculpo por hacer el post extenso, pero quería sinceramente poder
compartirles mi panorama completo y decirles que la vida es buena, es bella y
vale la pena luchar cada segundo por disfrutarla.
Mari.
ABOUT THE AUTHOR
Hello We are OddThemes, Our name came from the fact that we are UNIQUE. We specialize in designing premium looking fully customizable highly responsive blogger templates. We at OddThemes do carry a philosophy that: Nothing Is Impossible
How to make money from a betting website in 2021?
ResponderBorrarHow to make money from a betting website in 2021? · Go to your site on the right click on the 바카라 사이트 Sign Up button and choose kadangpintar a minimum งานออนไลน์ of $10 to get started. · Navigate to